Menos mirar y más participar.

martes, 18 de octubre de 2011

Una mosca que no es de Kafka


Te despiertas hecho mosca y sin ganas de volar. Sí, tienes alas, pero no te apetece usarlas, o no sabes cómo hacerlo. Estás repleto de pelo y no puedes hablar, o al menos no tienes opciones de comunicarte con los bípedos pensantes. Estás hecho un lío y te preguntas el porqué, pero no encuentras la respuesta. Simplemente, de la noche a la mañana, eres diferente y tú, y solo tú, te ahogas en un mundo que ha dejado de ser el tuyo, pero que circula con su biorritmo natural.
No te hace falta salir de un borrón de tinta kafkiano. Como la mosca, puedes disponer de unas alas, pero careces del hueco necesario para desplegarlas. Has empezado a hablar en chino mandarín y mira que te avisaron que el esperanto se convertiría en la lengua universal. Los pantalones te sirven ahora de camisa de manga larga, los calcetines de orejeras y la camisa de cuadros de leñador como unos pitillo de cintura baja. Ahora ves sin mirar y escuchas sin molestarte en oír. Intentas caminar desde tu rincón de la memoria pero solo consigues hacer un flashback en el olvido. El puto olvido. Y vuelta a empezar otra vez. Y así lo único que consigues es indignarte, llenarte de rabia y de respiraciones profundas, de monosílabos convertidos en tópicos diarios y lágrimas que van de afuera hacia dentro.
Y yo, lo único que consigo es resistirme a creer lo que no deja de ser menos cierto.

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